jueves, 5 de junio de 2008

El gran robo

A papá le robaron las palabras.

Según me contó, el ladrón –un ruin mapache- las sustrajo de un Tsuru color plata modelo 2001, mientras a él le pinchaban el alma durante una sesión de acupuntura. Llegó abatido, pues las palabras que se fueron son aquellas que comenzó a escribir el día en que supo que yo habitaba ya en el vientre de mamá. Durante minutos, horas y días redactó cada idea, cada temor, cada sentimiento con el absurdo objetivo de regalármelas algún día, cuando yo pudiera leerlas y entender.

A papá le robaron las palabras. Pero yo sé bien que éstas no se fueron con aquel cuaderno de tapas metálicas que encontró en una polvorosa librería la noche antes de que mamá lo alcanzara para viajar en Barcelona, unos meses antes de mi concepción. No. En verdad las palabras le fueron robadas mucho tiempo antes, sin que él se diera cuenta, cuando canjeó su pasión y talento por un puesto fijo en una absurda corporación.

Pero para papá, sin duda, siempre será más sencillo culpar al ruin mapache que abrió la cajuela del auto para llevarse (unas cuantas) palabras…

1 comentario:

Jesús González dijo...

Gracias por regresar. Se echaban de menos tus palabras que afortunadamente aún no te han sido robadas.
A defenderlas como un suicida, un loco o un ciruquero.
Abrazo desde Berlín,

C.J.