lunes, 22 de septiembre de 2008

El hombre más afortunado (publicado en mi otro blog)...

Para los amantes del béisbol, la de ayer fue una noche nostálgica. Con un efectivo lance del pitcher panameño, Mariano Rivera, se gritó el último out en el legendario Yankee Stadium. Posteriormente el capitán del equipo, Derek Jeter, caminó hasta el montículo y pronunció el último discurso en la historia del estadio que funcionó durante 85 años.

Las palabras de Jeter nos obligaron a volver la mirada y recordar momentos, emociones, heroísmos y hazañas. En la mente aparecieron nombres como Babe Ruth, Joe DiMaggio, Mickey Mantle, Yogi Berra y Reggie Jackson. Y en la atmósfera ese sabor a ayer que sólo el béisbol ha sabido y querido preservar; esa nobleza de un deporte estratégico y explosivo que obliga a los aficionados de todos los credos y equipos a postrarse una última vez ante esa catedral aunque sea la casa del enemigo (soy aficionado de los Mets y he de confesar que he sufrido esta temporada y que desde hoy sé que sufriré toda esta semana…).


Uno de los momentos más emotivos en la historia del Yankee Stadium es el discurso pronunciado por Lou Gehrig el 4 de julio de 1939. Luego de transformarse en leyenda haciendo dupla con Ruth y DiMaggio, y de haber jugado 2,130 partidos de manera consecutiva, sus músculos empezaron a perder fuerza al grado que dejaron de reaccionar. Le fue diagnosticada una esclerosis lateral amiotrófica –ahora conocida como la enfermedad de Lou Gehrig- y el 4 de julio se le rindió homenaje en el estadio. Gehrig tomó el micrófono y pronunció un emotivo discurso que sigue conmoviendo hoy a quien lo escucha (“Me considero el hombre más afortunado sobre la faz de la Tierra”). En 1942 Gary Cooper encarnó a Gehrig en el filme The Pride of the Yankees. Aquí un extracto del mismo, en el que se incluye la recreación del memorable discurso.




Lou Gehrig falleció el 2 de junio de 1941.

viernes, 22 de agosto de 2008

Sentencia absoluta


Primero me preguntaron por mi director de cine favorito y no pude decir sólo un nombre.

Luego me pidieron que nombrara a mi escritor predilecto y me resultó imposible definirlo sólo con un apellido.

Al final me pidieron que dijera quién era mi cantante preferido (y recordé la fotografía enmarcada en una pared de la jaula en la que habito a diario de 7.45 de la mañana a 19.45 de la noche; ésa misma imagen que me regaló un hombre que se ha atrevido a vivir la vida del escritor).

Pronuncié las dos palabras como una sentencia: Tom Waits.

Escúchenlo aquí.

lunes, 18 de agosto de 2008

Otro (arrebato) más...

El silencio devora mis ojos y sin saber por qué, me siento ansioso.

Es lunes.

No para de llover y vuelvo a darme cuenta de que la promesa de escribir aquí a diario no ha sido cumplida. Supongo se trata sólo de un arrebato más. El de la rutina, el tráfico, el despertador arrebatándole los textos a este espacio silente que, mientras lees, te arrebata el silencio de los ojos…

martes, 5 de agosto de 2008

Arrebato en tres partes (Parte III)

Tuerto y triste, el rey escucha la voz del juglar cantar: 

“…when I am King, you will be first against the wall, With your opinion which is of no consequence at all…”

Y mientras escucha, una sola idea ronda por su cabeza: el modo en que la existencia arrebata sin piedad; ojos, respiros, cuervos que preservan reinos, alas, sonidos, cabellos, misterios, risas, sonrisas, deseos, cascabeles, desesperaciones, momentos, alegrías, tristezas, suspiros, ideas, sonidos, sueños, amaneceres, lunas, amores y dolores. Observando al bufón que aún danza con su ojo en el zapato, decide que sólo es necesario esperar, escuchando al juglar cantar, para que la existencia le arrebate al demente esa estúpida sonrisa. 

Y acompañado por su mandolina, el juglar reza: 

“That’s it sir, You’re leaving, The crackle of pigskin, The dust and the screaming, The yuppies networking, The panic, The vomit, The panic, The vomit. God loves his children, God loves his children…”.

martes, 29 de julio de 2008

Arrebato en tres partes (Parte II)

Posado sobre la urna donde yacen los restos del Príncipe Valiente, el cuervo observa al rey tuerto llorar. Fue él mismo quien le arrancó el ojo al monarca, pero sólo después de que éste le arrebatara las alas por miedo a que la profecía se cumpliera; aquella que predice la caída del reino el mismo día en que deje de haber al menos un cuervo habitando en el castillo.

Posado sobre la urna donde yacen los restos del Príncipe Valiente, el cuervo observa al rey tuerto llorar. El pajarraco no puede evitar preguntarse si el rey llora de tristeza, de risa o de la ira que le provoca ver al bufón danzar como un desquiciado, con su ojo atado al zapato como si fuera un cascabel.

lunes, 28 de julio de 2008

Arrebato en tres partes (Parte I)

El bufón le arrebató al cuervo el cascabel sin saber que éste era, en realidad, el ojo del rey. Lo amarró a la punta de su zapato y danzó como un desquiciado hasta el amanecer.

“Cuidado. Te he estado observando y eso no es gracioso,” amenazó el monarca la madrugada siguiente, justo antes del amanecer, cuando el bufón se apareció en el castillo con la hipócrita intención de hacerlo reír. Pero el bufón estaba tan entretenido con el repiqueteo que ocasionaba el ojo real en la punta de su zapato que no escuchó su voz (ni tampoco notó que ahora un parche cubría parte de su rostro)…

jueves, 24 de julio de 2008

Llegó...

La libertad llegó luego de 216 horas.
Los rostros cambiaron.
Algunos sonrieron. Los otros también.
La libertad llegó luego de 216 horas.

P.D. Ayer Mets 6 - Phillies 3. Hoy Mets 3 - Phillies 1.

Algunos sonrieron. Los otros también.

miércoles, 23 de julio de 2008

Mejor el olvido...

Mejor el olvido de Quinn que la novena entrada de ayer.

Los Mets ganaban 5 – 1. El partido terminó 8 – 6 en favor de los Phillies.

Dolorosa derrota. Como para desaparecer.

Amén.

martes, 22 de julio de 2008

A muerte...

Cito a Paul Auster (o quien sea el verdadero narrador de City of Glass):

“So many things were disappearing now, it was difficult to keep track of them. Quinn tried to work his way through the Mets’ lineup, position by position, but his mind was beginning to wander. The centerfielder, he remembered, was Mookie Wilson, a promising young placer whose real name was William Wilson. Surely there was something interesting in that. Quinn pursued the idea a few moments but then abandoned it. The two William Wilsons cancelled each other out, and that was all. Quinn waved good-bye to them in his mind. The Mets would finish in last place again, and no one would suffer.”


Inquietante. Sobre todo siendo fan de los Mets.

Hoy el equipo inicia el duelo a muerte con los Phillies para ocupar el primer lugar de la División Este de la Liga Nacional.

Y como Quinn ya no lo puede pensar, decir, ni escribir, yo lo pienso, lo digo, lo escribo por él: "Let’s go Mets!".

lunes, 21 de julio de 2008

No lo vi, pero ahí estaba

Esposado, con las manos en la espalda y el corazón hecho un moretón. Los pies encadenados a una pena ya impuesta. Miraba de un lado al otro, como esperando que alguien le dijera: “¡Despierta! Estabas soñando…”. O quizás: “Puedes irte, todo fue un error”. Y aunque esperaba palabras, éstas no llegaban.

No lo vi, pero ahí estaba.

Dicen que con unos zapatos del 10 aunque en verdad calza del 7 ½. Nudo en la garganta y coraje en los puños. Apretados. Un hombre inocente. Encerrado.

Ahí estaba, pero ni yo ni nadie más pudimos verlo.

Los pendientes laborales, los correos electrónicos, los próximos lanzamientos, los contratos, los eventos, las renuncias, las contrataciones nos cegaban.

Nos ahogaban.

Nos encarcelaban en el silencio de no poder verlo…

miércoles, 11 de junio de 2008

Electropura hasta las lágrimas

Alguien me preguntó por qué me gusta correr. No supe responder. Sin embargo, días después lo entendí: Sucede después de hacerlo de manera constante durante más de 10 u 11 kilómetros. Algo pasa que me vuelvo hipersensible y que cualquier estupidez termina por conmoverme y llevarme al borde de las lágrimas.

Como en aquella carrera en Chapultepec.

En el kilómetro 13, en el punto más alto de una subida, una familia colocó una mesa con garrafones de Electropura para repartir agua a los exhaustos competidores. Un acto simple que pasaría desapercibido se vuelve conmovedor y absolutamente trascendental luego de correr por más de una hora sin aparente sentido. Y lo mismo pasa con los paisajes, las canciones, los perros ladrando y los niños volando papalotes.

Así correr es milagroso. Como escribir.

martes, 10 de junio de 2008

Cualquiera...

Hoy. Día saturado. Despertador 5.30. Llanto 5.27. Calentar mamila. Luego silencio. Bañarse. Desayuno. Café. Abrazo. Beso. Bendición. Tráfico. Tráfico. Tráfico. Junta en un Starbucks cualquiera. Café. Mirada dudosa de una ex empleada que pretende volver a la compañía. Mirada dudosa mía. Junta a las 9.00. Meeting con un brit guy a las 10.00. Y toda la mañana con él. El mediodía. La hora de la comida. Café. Escuchar quejas del aire acondicionado, la exhibición, el color de la portada. Como diría Herr Mayer: “Bla, bla, bla…”. Martes cualquiera.

lunes, 9 de junio de 2008

Increíble

El día se nubló.

Y también mis pensamientos.

Durante la jornada entera he deambulado como Nadie en la Ciudad de México. Ayer corrí 20 kilómetros tragando moscos para llegar al final de la nueva zona residencial que se construye cerca, muy cerca, de la presa Madín.

La subida, empinada. De aquellas que producen calambres en las piernas. Pero lo logré. Y al llegar a la cumbre me topé con la inverosímil mansión de un homeless que ha hecho suyo el mundo: un colchón, latas de comida, algo de ropa y –eso sí- una increíble vista a la presa.

Amén.

jueves, 5 de junio de 2008

El gran robo

A papá le robaron las palabras.

Según me contó, el ladrón –un ruin mapache- las sustrajo de un Tsuru color plata modelo 2001, mientras a él le pinchaban el alma durante una sesión de acupuntura. Llegó abatido, pues las palabras que se fueron son aquellas que comenzó a escribir el día en que supo que yo habitaba ya en el vientre de mamá. Durante minutos, horas y días redactó cada idea, cada temor, cada sentimiento con el absurdo objetivo de regalármelas algún día, cuando yo pudiera leerlas y entender.

A papá le robaron las palabras. Pero yo sé bien que éstas no se fueron con aquel cuaderno de tapas metálicas que encontró en una polvorosa librería la noche antes de que mamá lo alcanzara para viajar en Barcelona, unos meses antes de mi concepción. No. En verdad las palabras le fueron robadas mucho tiempo antes, sin que él se diera cuenta, cuando canjeó su pasión y talento por un puesto fijo en una absurda corporación.

Pero para papá, sin duda, siempre será más sencillo culpar al ruin mapache que abrió la cajuela del auto para llevarse (unas cuantas) palabras…

viernes, 25 de abril de 2008

La escalera y el recuerdo

Hoy la persona a la que más amo en el mundo me envió este texto que escribí hace más de una década. Basado en un momento presenciado en un funeral...



Tres pasos más la llevaron hasta el sitio en donde terminaba la escalera... y comenzaba la desesperación.


Tres pasos más que se tradujeron en un momento eterno. Un momento para pensar en todo : los días en el velero, con el viento acariciando su rostro y alborotando su cabello. La luz del sol filtrándose por ese cielo azul y calentando su piel morena, haciéndola sentir más... tres pasos. Uno. Dos. Una eternidad cuando el corazón late tan rápido. Un siempre que no termina nunca, cuando se teme llegar al final de la maldita escalera.


Puede oír su voz a través del tiempo; a través del viento y del sonido que producen las velas del barco que se agitan. Puede escuchar la voz del hombre a quien ama...


-- Jamás te olvidaré... siempre estaremos juntos.


Jamás te olvidaré. Y sin embargo lo hizo. Se olvidó de todo. De ella, de la niña, de Manuel y hasta del "Kaiser".


Jamás te olvidaré.


La escalera termina y aparece a su derecha la puerta de cristal. Se detiene y respira profundamente...

¿Por qué la dejó ?


¿Quién sabe ? Hay tantas cosas que no se pueden saber. Y si se pudieran conocer, ¿no sería mejor no hacerlo ?


Lo había jurado. TODO. Él había sido todo en su vida. Él había sido ella... hasta ese 4 de marzo, ese día que jamás debería de haber llegado. Ese día que había cambiado su vida. Mira su propio reflejo en el cristal de la puerta. Se mira y no puede sonreír como hacía cuando tenía 15 años... se mira y comprende, una vez más, que la vida no es fácil, que cada segundo nos golpea y nos acerca un poco más al destino inevitable...


La dejó. Se marchó sin avisarle. Simplemente desapareció... y con mucho trabajó ella lo olvidó, hasta esta mañana de diciembre.


-- ¿Bueno ?


Descolgó el auricular, sin dejar de escuchar la voz de su hija, la única razón de su existir.


-- Sí, ella habla.


Sus manos recorrían los rizos de su cabello mientras sus ojos examinaban una humedad que despertaba lentamente en una pared.


-- ¿Cuándo ?


Cerró los ojos, pues no esperaba escuchar esa noticia a través del teléfono. Ese estúpido teléfono. -- ¿Marco, está segura ?


Su voz se quebró y un sollozo apareció debajo de ella. Las uñas con esmalte rojo temblaban mientras la mujer se mordía la mano...


Al cruzar la puerta de cristal se da cuenta de que ya no hay nada que hacer. El lugar es frío, más frío que un cementerio. Más frío que un mal recuerdo... más frío.


Jamás creyó que la noticia le fuera a hacer tanto daño. Ella lo había olvidado.

Detrás de los lentes obscuros sus ojos revisan las letras blancas que esperan a ser leídas sobre el terciopelo negro.


SR. MARCO REGETZZI, 43 años, capilla 6.


Al ver ese nombre la realidad se empieza a desmoronar. 2013 recuerdos saltan a su vista. El beso, el abrazo, la fiesta, la risa, el golpe, el cigarro, la botella, la cama, el gemido... Recuerdos. Sólo recuerdos. El coche, sus labios, el sueño, su voz, su aroma, su dolor, su dolor, su dolor, su olvido y ahora... su muerte, su muerte y con su muerte : su recuerdo.


Un lamento escapa de su garganta y unos ojos curiosos, que suben la escalera, la miran. Sus largos dedos buscan una solución en su rostro, pero solamente encuentran lágrimas vacías de esperanza y llenas de desesperación...


¿Por qué la dejó ? No hay respuesta, no hay razón. ¿Por qué murió ? Para hacerle recordar que la dejó.

La mujer, con todo y sombra, da media vuelta, cruza la puerta de cristal y baja la escalera. Tres pasos más y terminará la escalera. Tres pasos, un momento eterno, una vida, su sufrimiento... el funeral de aquel hombre a quien amó y a quien jamás olvidó...


miércoles, 16 de abril de 2008

En Colombia también fue martes...

Siempre le he temido al martes. 

Suena ridículo, lo sé. Pero cada vez que se lo cuento a alguien, termina por darme la razón. Es, simple y sencillamente, el día más caótico de la semana. Martes. Ayer lo fue y los demonios parecían andar sueltos. Con trabajos libré el día laboral para llegar a casa y encontrarme con que no había agua, íbamos tarde en los preparativos para dormir al pequeño D. y el calor nos agobiaba. 

El orden: (A) Pedir agua al vecino para luego calentarla en una olla en la estufa. (B) Bañar al ser más maravilloso del mundo. (C) Vestirlo para luego darle su mamila. (D) Rezar con él y ponerlo a dormir.

El caos: algo sucedió que lo hizo llorar hasta volver el estómago ya en su cuna. Sólo supimos abrazarlo y susurrarle que todo estaba bien, que en un par de horas el martes habría terminado.

Y así fue.

Hoy por la mañana me enteró que en Colombia también fue martes: el pequeño Pat terminó en el hospital con inicios de bronquitis.

Uy. 

lunes, 14 de abril de 2008

Migraña...

Ataca de nuevo.

En lunes y de madrugada. ¿Será el frío? ¿Presupuestos? ¿Inhabilidad de los Mets para ganar sus partidos? Son las 10:24 de la mañana y el dolor ha cesado. Sin embargo el asco prevalece en la boca del estómago. Y espero. La junta iniciaba a las 10:00. Y esepero.

Y mientras lo hago, simplemente escribo. Ahora suena el teléfono y me tengo que ir...

miércoles, 2 de enero de 2008

Segundo...

Segundo.

Día.

De enero.

Y lo inicio corriendo. Hemos vuelto al trabajo. La Editorial pareciera colapsarse por la cercanía de los cierres. Los ánimos siguen algo abatidos luego de la muerte de Switch. No sé si sea el único, pero he pensado en cavar su tumba en el jardín de la casa en Polanco y en su lápida grabar la imagen de las 134 portadas que marcaron su historia editorial.

Mejor correr. A donde sea. En una banda sin fin que registra la velocidad de cada paso, el pulso, las calorías. En este segundo día de enero. Frío y extraño en una Ciudad de México que aún parece despoblada.