Suena ridículo, lo sé. Pero cada vez que se lo cuento a alguien, termina por darme la razón. Es, simple y sencillamente, el día más caótico de la semana. Martes. Ayer lo fue y los demonios parecían andar sueltos. Con trabajos libré el día laboral para llegar a casa y encontrarme con que no había agua, íbamos tarde en los preparativos para dormir al pequeño D. y el calor nos agobiaba.
El orden: (A) Pedir agua al vecino para luego calentarla en una olla en la estufa. (B) Bañar al ser más maravilloso del mundo. (C) Vestirlo para luego darle su mamila. (D) Rezar con él y ponerlo a dormir.
El caos: algo sucedió que lo hizo llorar hasta volver el estómago ya en su cuna. Sólo supimos abrazarlo y susurrarle que todo estaba bien, que en un par de horas el martes habría terminado.
Y así fue.
Hoy por la mañana me enteró que en Colombia también fue martes: el pequeño Pat terminó en el hospital con inicios de bronquitis.
Uy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario